Hacía frío en la calle. Aún así, en esa calle es habitual, había mucha gente yendo y viniendo. Como siempre, desplegamos nuestra pancarta blanca grande… y las pequeñas negras. Una vela encendida en el centro. Un cartelillo con las iniciales del hermano muerto en el tajo… Y el silencio.
Quizá con esto hubiera bastado. Pero, como en otras ocasiones, explicamos qué estábamos haciendo ahí, dimos norte de las raíces cristianas que nos empujan a portar nuestras pancartas. Y sobre todo, tuvimos muy presente a éste jornalero, a su familia, y a todas aquellas personas que sufren la falta de salud en el trabajo.
Repartimos y leímos el comunicado. Y desgraciadamente, nos despedimos hasta la próxima ocasión en que tengamos que repetir este ritual.
Aún así, seguimos peleando para que la Justicia se vaya haciendo realidad. Para que nuestro Mundo sea un poco más parecido al Reino cada día.
¿Y tú? Seguro que ya estás en marcha con los mismos objetivos… ¿Nos acompañas en el camino?