La Hermandad Obrera de Acción Católica de Córdoba (HOAC), como comunidad eclesial que quiere vivir comprometida en las realidades más sufrientes y vulnerables del mundo del trabajo, celebró un taller el pasado sábado que, bajo el lema de “Precariedad Laboral y Vital” congregó a un buen grupo de militantes, simpatizantes y personas cercanas para, a partir de un estudio sobre el empleo y la realidad del mundo del trabajo en la provincia de Córdoba, elaborado por el Secretariado Diocesano de Pastoral del Trabajo, realizar un análisis y discernimiento sobre la precariedad laboral en el mercado de trabajo cordobés.
El taller, enmarcado en la campaña bienal “Cuidar el trabajo, cuidar la vida” en la que está embarcada la HOAC, tuvo su punto de partida en las intervenciones de las personas asistentes en torno a situaciones reales vividas por ellas en el trabajo: largas jornadas, bajos salarios, pérdida de derechos, contratos temporales, economía sumergida, brecha de género, enfermedad y siniestralidad, escasa formación, bajas pensiones, desempleo, etc., se realizó un análisis de los principales problemas por los que atraviesa en la actualidad el empleo en la provincia de Córdoba.
Entre ellos destacaron: el pequeño tamaño de nuestras empresas (El 74% de ellas no superan los 5 trabajadores y el 94% los 10), la alta dependencia del turismo y del sector agroganadero (más del 85%), la estacionalidad de la contratación, la movilidad geográfica (salen más personas trabajadoras de las que entran), una tasa de paro superior al 15%, el sexto salario medio anual más bajo de España (5.313€ menos), una alta siniestralidad laboral con 26 accidentes diarios, 7 graves cada mes y 17 muertes en 2023…
A continuación, vimos que la principal causa de esta realidad de precariedad, es un sistema que concibe y organiza el trabajo humano desde la lógica economicista que necesita condiciones indignas de empleo para obtener beneficios, dejando al margen las necesidades de las personas y el cuidado de la vida (que se entienden como un coste que limita el beneficio privado). Consideramos que se ha producido una perversión del sentido del trabajo que ha pasado a ser solo una manera de obtener dinero para el consumo en lugar de una capacidad humana destinada a la propia realización personal y a realizar una aportación para la vida social.
El resultado de todo ello es una vida precaria que se inicia en el fracaso escolar, continúa con la dificultad de acceso a la vivienda y a la independencia y termina en la pobreza, la exclusión laboral y social y el descarte de personas, entre ellas, las personas migrantes. «Los pobres […] aparecen en muchos casos como resultado de la violación del trabajo humano; bien sea porque se limitan las posibilidades del trabajo —es decir, por la plaga del desempleo—, bien porque se desprecian el trabajo y los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al justo salario, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia» (Juan Pablo II, Laborem exercens 8).
En el discernimiento posterior, constatamos como, detrás de esta manera de concebir el trabajo, subyace un modo de entender a la persona trabajadora, una antropología basada en un individuo exclusivamente racional y egoísta, centrado en su interés personal, profundamente individualista y nada empático. Esta visión del ser humano choca frontalmente con el humanismo cristiano que, ante el impulso vital de seguridad, reconocimiento y disfrute no recurre al ganar, gastar y gozar, sino a la comunión, el servicio y la realización personal.
Por último, realizamos una dinámica en la que cada persona asumió un compromiso personal y, entre todas propusimos una serie de compromisos colectivos, entre ellos el de continuar con este tipo de taller participativo y abierto.
Finalizamos con una comida compartida, expresión de un taller que ha servido no solo para analizar y discernir, sino también para encontrarnos y convivir.
Esperamos que sea uno de muchos y que aporte vida a nuestra fe.