Domingo, nuestro compañero, se ha ido.

Durante toda su vida ha trabajado en el diario Córdoba y ha sido el alma sindical, desde CC.OO. y el Comité de Empresa, de ese periódico. Domingo terminó hace pocas semanas su vida laboral. Había pasado a las filas de los jubilados activos de nuestro país, esos que siguen peleando por sus ideales. Los que no tienen tiempo de ir a ver obras. Aquellos que rejuvenecen en la década número seis.

Domingo Rodríguez-Borlado
Domingo Rodríguez-Borlado

Domingo ha sido un sindicalista de batalla y, sobre todo, de servicio constante a la clase obrera. Un compromiso que siempre bebió de su fe inquebrantable en un carpintero, nacido hace mucho, en Nazaret. Uno al que crucificaron en Jerusalén por ser coherente con sus ideales, por su lucha por la Justicia y la Igualdad, pesara a quien pesara.

Domingo comenzó su vida militante obrera y cristiana en el Movimiento Junior de A.C., dedicado al mundo infantil. Más tarde se integró en la HOAC, yendo de la Fe a la vida, de la vida al compromiso obrero, y de allí, de nuevo a la Fe… y vuelta a empezar… siempre junto a Juana Mª, su querida esposa.

Domingo siempre ha preferido pasar desapercibido… pero no podía.
No tenía madera de líder… pero estuvo al frente de mil batallas por la dignidad de la clase obrera, por la de todas aquellas personas empobrecidas.
No tenía grandes dotes para la oratoria… pero cuando hablaba era imposible no escucharlo. La fuerza de quien cree en lo que vive sonaba en su garganta.
No era muy guapo… pero en su mirada socarrona se percibía la belleza de la coherencia cotidiana, honda, robusta.
No era de grandes demostraciones de su Fe… pero la destilaba en cada gesto, en cada decisión, en cada momento de su vida.

Ayer, esa vida tan valiosa se le escapó en un regate del corazón. Un corazón que siempre fue muy grande… pero que cuando más lo necesitaba… le falló.
Ayer, Juana Mª, Sara y Belén se encontraron de repente solas… sin su marido, sin su padre. Y toda la HOAC de Córdoba sintió un escalofrío que aún dura.

Desde ayer, Domingo Rodríguez-Borlado vive más que nunca… pero de otra manera. Nosotros, nosotras, hoacistas de Córdoba, nos miramos boquiabiertos, rotos, y no nos reconocemos… Nos falta Domingo… Pero sigue a nuestro lado… Aunque tengamos que acostumbrarnos a votar en nuestras asambleas sin ver su mano alzada.

Domingo, siempre, siempre… seguiremos comprometidos en tu causa… la nuestra.
Hasta mañana en el Altar, compañero.

Rafael Caballero nos ha dicho ¡hasta luego!

Sin avisar, evitando ser el centro de ninguna atención, sin hacer el más mínimo ruido… nuestro consiliario Rafael Caballero, nuestro hermano militante en la HOAC de Córdoba, desde hace tantos años, nos ha dicho adiós.

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No nos lo podíamos creer, pero mediada la mañana del lunes 2 de febrero nuestros whatsapps escupían una noticia imposible de asimilar a primera vista. ¿Cómo es posible? ¿Que Rafael…? ¿Pero así, de repente?

El fin de semana anterior, vivimos juntos un cursillo de formación de la HOAC, (cursillo de antropología), en el que, entre otras cosas, profundizamos largamente sobre lo que significa llegar a la plenitud de vida en Cristo. Hablamos de la resurrección del cuerpo y el alma, indagamos en el sentido cristiano de la finitud de la vida terrena. Dialogamos sobre el Amor de Dios y también sobre cómo aprovechar la vida que tenemos. Somos tiempo, y debemos aprovecharlo gastándolo en los demás. Especialmente en los empobrecidos del mundo obrero y del trabajo. Es la mejor manera de ser feliz, aunque este sistema en el que vivimos nos haga creer lo contrario.

Parece que el Padre nos estuvo preparando para lo que iba a venir apenas unas horas después. Para colmo, Rafael… nuestro Rafael, fue el encargado de presidir la Eucaristía… Su última eucaristía. Fue una gran despedida… aunque entonces no lo sabíamos.

Hoy comentábamos todo esto por las salas de su parroquia. Estábamos gente de HOAC, de su antigua parroquia de Puente Genil. Amigas y amigos de otros movimientos y realidades eclesiales. Familiares… Y éramos como una sola persona. Sin creérnoslo aún. Echando ya de menos su carcajada contagiosa…  y sintiendo su resurrección.

Porque quien se ha dado a los demás durante toda su vida… resucita.

Quien ha sembrado conciencia de la dignidad humana a su alrededor… resucita.

Quien ha hecho protagonistas a las personas de sus propias vidas… resucita.

Quien ha optado por los empobrecidos y los ha hecho el centro de su actuar evangelizador… resucita.

Quien se ha desvivido por los demás… resucita.

Eso es lo que podemos decir hoy de ti Rafael. Sabemos que ya has resucitado en todas las semillas del Evangelio que has ido esparciendo a tu alrededor a lo largo de tu tiempo… de tu vida.

Siempre caminaremos a tu lado.

La HOAC de Córdoba.


 

[Actualizado]

También se habla de Rafael Caballero en Diario Córdoba y Celtibético