APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE LA HOAC DE CÓRDOBA

            III. LA FINANCIACIÓN

            Cuando el Obispo Fray Albino y D. Juan Font en su nombre, emprenden la realización de la Obra Social en Córdoba y se crea la Asociación Benéfica Sagrada Familia, D. Juan concede a la HOAC la regencia de varios bares propiedad de la Sagrada Familia. Sabemos por algunos documentos[1] que fueron:

  • El bar Jardín.
  • El bar Tenerife.
  • El bar Doble Cepa.
  • El bar Cañero.
  • El bar Granada.
  • El bar Montilla
  • El propio bar social.

            Este hecho, que se prolongó durante varios años puso a la HOAC en una situación difícil:

  • Por un lado, la HOAC tuvo el gran peligro de ser absorbida por la propia obra social y pasar a convertirse en una institución secundaria de obras sociales.
  • Por otro lado, la gestión de los bares absorbía la casi totalidad del tiempo y esfuerzo de la CD (como ejemplo: el vino lo suministraba la propia CD de las bodegas Pérez Barquero, que tenían prácticamente el monopolio del vino en los bares de la Sagrada Familia, por ser el propio Pérez Barquero miembro destacado de la misma). La reunión semanal de la CD se consumía entre envíos, suministros, intendencia y gestión económica y administrativa de los bares que gestionaba, por lo que no quedaba casi tiempo ni espacio para el desarrollo de la misión propia de la HOAC.
Fotografía tomada del libro: Apuntes para una historia de la HOAC en la diócesis de Córdoba pág. 21 de Antonio Navarro Sánchez.

            Pasados unos años y conscientes de estos riesgos, la CD acordó pasar la gestión de los bares a un patronato independiente de la HOAC para que se hiciera cargo de ellos. Dicho patronato ingresaba a la HOAC una cantidad mensual que oscilaba entre las 4.000 y 5.000 pesetas de aquellos tiempos.

            Estos ingresos permitieron a la HOAC realizar su misión en el mundo del trabajo con mayor garantía y eficacia, así como el desarrollo de lo que algunos dieron en llamar las «Obras Propias», que no eran otra cosa que determinados proyectos que la HOAC financió en todo o en parte. Fruto de esta financiación y del trabajo desarrollado por los militantes se crean o se colabora en la creación de, citamos sólo algunas:

  • Unos talleres artesanales de esparto, mimbre y escobas.
  • La Tipografía Católica cuya primera sede la constituyeron los sótanos de unas casas del Campo de la Verdad cercanas al río. Desde el primer momento, la Tipografía Católica nace al calor de la HOAC, pero independiente de ella.
  • También se colabora con la Federación Sindical de Trabajadores (FST).

            De corte distinto y también de otro calado fue la participación de la HOAC en la creación y nacimiento del Círculo Cultural Juan XXIII. La HOAC no crea el Juan XXIII. Una serie de personas, entre las que se encuentran Paco Natera[2], los hermanos Manolo y José Aumente, Rafael Sarazá, Martínez Bjorkman y, con posterioridad, Manuel de la Rubia acuden a la HOAC con la pretensión de crear una asociación cultural para que, bajo el manto de la cultura, se vayan introduciendo toda una serie de elementos y posibilidades de organización y actuación política que, en esos años (los 60), ya se vislumbraba que debía y podía ir acercándose a un cambio político. El nombre de Juan XXIII surge en esas reuniones, muchas de las cuales tuvieron lugar en la parroquia de Santiago, a propuesta de José Aumente. A estas reuniones asisten como miembros de la HOAC, entre otros, Diego Delgado, Antonio Navarro y Juan Calvo de la Mora (tercer presidente de la HOAC de Córdoba, que sustituyó a Antonio Cantarero en 1963).

            Pero la pretensión no era solo la de crear una asociación cultural en los términos antes citados, sino que, además, fuese una obra cultural de la HOAC. La HOAC se niega a ello pues, aunque está de acuerdo en su creación, prefiere que sea una obra independiente. Esto representaba una complicación, y se sabía, porque fuera del paraguas de la HOAC la asociación no tendría cobijo ni respaldo de ningún tipo frente al régimen franquista. Con todo, y para que no pareciese una posición personal o particular de los militantes de la HOAC de Córdoba implicados en ello, se consulta a Madrid (Comisión Nacional) que da una respuesta fría, ambigua y diplomática en el sentido de que no habría inconveniente si no había más remedio de que fuese una obra de la HOAC, pero por la respuesta y el tono se dejaba ver claramente, que era preferible que fuera independiente.

            Una vez puestos de acuerdo y diseñados los objetivos, el reglamento y todo el entramado del Círculo Cultural, se celebra una reunión en casa de Balbino Povedano donde se lanza definitivamente el Juan XXIII.

Fotografía tomada del libro: Apuntes para una historia de la HOAC en la diócesis de Córdoba pág. 26 de Antonio Navarro Sánchez.

            Pero retrocedamos, de nuevo, al tiempo en que el subarriendo de los bares proporcionó a la HOAC no solo el dinero necesario para financiar las “obras propias”, sino también la posibilidad de poder ejercer mucho mejor su misión (viajes, visitas a los centros de la provincia, escritos, folletos, cursillos…) dentro de la Iglesia y del mundo obrero. Sin embargo, esto no eximía a los militantes de aportar solidariamente una cantidad mensual en forma de cuota fija, que estaba establecida por la Comisión Nacional en torno a una peseta, aproximadamente. Una parte de esta cuota, al igual que se hace en la actualidad, se enviaba a Madrid para sufragar los gastos de la estructura general de la HOAC (reuniones generales, Comisión Nacional, etc.).


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[1] Apuntes para una historia de la HOAC en la diócesis de Córdoba págs. 19-26. Antonio Navarro Sánchez.

[2] Todo lo relativo a la creación del Círculo Cultural Juan XXIII procede, en exclusiva, de los testimonios de varios militantes de la HOAC de la época. Las referencias a Paco Natera y Rafael Sarazá solo fueron confirmadas por alguno de ellos.

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